Ermita de San Lorenzo de "La Vid"
Hace
muchos años en La Vid en el paraje conocido como La Gotera vivía un
enorme Cuélebre.
Cuenta
la leyenda que a los vecinos les reclamaba un tributo: una oveja
diaria. Si no acataban sus deseos amenazaba con liberar el agua del
Río Bernesga que mantenía retenida con su panza, provocando una
inundación que destruiría el pueblo.
Le
llegó el turno a Marcelo, un pobre vecino que no disponía de
ninguna oveja para pagar el tributo. En sustitución dió a su única
hija Casilda a la béstia.
Casilda
se encomendó a “San Lorenzo”, que estaba luchando en la guerra
de Tánger (S XV) y llegó con sus dos hermanos pequeños, “San
Vicente” y “San Pelayo”. Fabricaron un pan con tierra carbonosa
de la zona, cobre procedente de Cármenes y aceite de engrasar
carros, que provocó la indigestión de la bestia. En ese momento
“San Lorenzo” lo lanceó dándole muerte.
La
leyenda no tuvo un final feliz ya que la bestia en su agonía se
agitó tanto y gritó tan fuerte que mató del susto a los dos
hermanos menores de San Lorenzo.
Antes
de regresar a Tánger tras la muerte de San Pelayo y San Vicente, se
topó con una mula que cargaba una gran piedra de alabastro y,
subiendo ambos a la cima de la peña de La Gotera, utilizó la losa
para construir un sepulcro para sus hermanos, usando también las
costillas de la béstia para levantar el armazón de la ermita en la
que, según la leyenda, descansan los restos de ambos santos.
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