jueves, 18 de febrero de 2016

LA PEÑIÑA: Piedad Alvarez Rubio

LA PRIMERA MUJER TAXISTA
Piedad Álvarez Rubio nacida en la primera década del siglo XX se convirtió en la primera taxista de León y de España.
Fue pionera al dedicarse a una profesión eminentemente masculina.
Con algo más de 20 años y en 1932 sacó la licencia y tuvo que reivindicar frente otras mujeres que ella había sido la primera, aportando como prueba los viejos recortes de periódico de la entrevista que le realizó Mundo gráfico en 1935.
Su familia tenía un garaje y viendo a los chóferes y a su hermano ir y venir con sus coches se animó. «Yo estudié para maestra, aquí en León, pero tenía que ayudar a mi madre y empecé a trabajar», comentaba Piedad en aquella primera entrevista sobre sus inicios.
«La Peñina», trabajó en el taxi 40 años, hasta 1974, y tenía su puesto en la antigua parada de Legio VII. Su licencia fue la 49.
«El último coche que tuvo doña Piedad fue un Seat 800.
Máximo Cayón Waldaliso, quien fuera cronista de Léon dijo de ella que “Era una leonesa de primera y enamorada de su profesión”.
En España no hubo mujeres taxistas hasta pasado mucho más tarde.
Piedad Alvarez Rubio provocó en la pequeña ciudad de León (30.000habitantes) un gran revuelo. En una entrevista concedida a Mundo Gráfico contestaba: «Soy muy serena. Conducir es de una gran sencillez; sólo hace falta, en primer lugar, poseer esa serenidad, esa visión segura de las cosas».
Entre sus anécdotas, cuenta que una vez llevó a un grupo de carteristas. Les dejó en el sitio indicado, pagaron y así acabó la historia.
Piedad trabajaba 12 horas, de nueve de la mañana a nueve de la noche, con un descanso para comer.
Casada con un taxista, su primer coche llevó la matrícula de León 2897 y solía sacar al día unas 50 pesetas.
Ser mujer nunca fue un problema para ella en su profesión. «Hay que saber hacerse respetar. Yo he llevado a un grupo de hombres solos de juerga, por ejemplo, y en ningún momento han dejado de respetarme. El público es conmigo de una total corrección». Para entonces ya había visto de todo. Maridos con destinos un tanto secretos, parejas... «Hay que ser discreta. Es como si fuera nuestro secreto profesional», comentaba.
Además de por el taxi, fue muy popular por ser la propietaria de una tienda de ultramarinos en la calle La Rúa.
Vivió en una de las casas adosadas a la cerca medieval en la calle Independencia, cerca del bar Los Candiles. Nunca tuvo un accidente. Se le daba bien la mecánica y reparaba muchas de sus averías.

Al retirarse, su historia, como la de otros tantos, se fue olvidando.

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