SAN
ISIDORO Y SUS TRADICIONES
UN
SUCESO SINGULAR
LA
COMIDA DE SANTO MARTINO
LA
BARRICA DE SANTO MARTINO
LA
CONSTITUCIÓN DE EEUU
Cuenta
la leyenda que en el siglo XII, en la iglesia de San Isidoro
milagrosamente brotó agua de las piedras del pavimento de la iglesia
y que Don Pelayo obispo de Oviedo fue testigo del suceso que se
prolongó durante varios días, creyeron que anunciaba la partida del
Rey Leones.
Se
cuenta que el mismo día en que murió el rey ALFONSO VI “1109”,
cesó de manar la fuente.
En
la basílica de San Isidoro hubo un monje, confesor del Rey ALFONSO
IX y de su esposa Doña Berenguela llamado Santo
Martino; cuenta la leyenda que este Rey de niño era ciego y
Santo Martino le devolvió la vista, lavando sus ojos con el agua que
hacía cincuenta años había manado de la fuente del pavimento del
altar de San Isidoro y que los monjes conservaban.
También
se dice que este santo que en un principio era bastante negado a
estudiar las letras, fue obligado por San Isidoro a “comer
libros” como consta en un cuadro que se encuentra en la
biblioteca del museo, en el que aparece de esta guisa.
Santo
Martino viaja por tierras francesas y difunde en León estas nuevas
ideas artísticas y el pueblo le sigue, llenando y abarrotando el
templo donde predica.
Cuando
muere comienza a levantarse la Catedral, donde se reflejan las ideas
que Santo Martino trae de sus viajes y asombran al reino. Santo
Martino se convirtió en un intelectual escritor y cuentan que en el
retrete de Doña Sancha, sala tocador, se conserva la mano de este
Santo en un relicario con los dedos deformados y juntos.
Su
sepulcro se conserva en la capilla de su nombre en la basílica.
Caminando,
seguidamente, por las dependencias privadas de la Colegiata podemos
toparnos, de improviso, con una barrica de roble, cuyos orígenes se
remontan casi ocho siglos atrás, cuando Santo Martino la llenó de
vino. Cada año después del Santo Oficio del Jueves Santo, se
contempla esta ceremonia: el abad extrae un litro de vino y repone
dos de mosto, para equilibrar la saca. El licor es exquisito, propio
de dioses.
El
Rey Alfonso XIII, en su visita a León, se negó a probar la bebida
para no romper la tradición.
Cuenta
la leyenda que cuando se redactó la Constitución
de los EEUU, los ponentes tenían en la mesa un ejemplar de la
biblia y otro de los Estatutos de los dominicos de San Isidoro.
Cuando
el leonés Aniceto de Pardesivil,
general de los dominicos, visitó la Casa Blanca fue recibido con
honores de Jefe de Estado como reconocimiento de la aportación.