lunes, 21 de diciembre de 2015
viernes, 18 de diciembre de 2015
Leyenda de la calle mulhacín
LEYENDA
DEL MULHACÍN
Elvira era un joven que una noche fue a poner una lámpara de aceite y a rezar al cristo que había en la calle Matasiete, la muchacha se vió sorprendida por un moro y del susto cayó desmayada, una persona que pasaba por allí empezó a gritar y llamar a las autoridades.
Por
aquel entonces siempre se sospechaba de los moros y los judíos, que
tenían una mala relación con los cristianos.
El
Regidor buscó al malhechor que se llamaba “Mulhey Hacén”,
y se encontraba escondido en una estrecha calle, camino de la calle
de Santa Cruz; es la calle que atraviesa la actual calle que el
pueblo dió en llamar Mulhacín.
viernes, 11 de diciembre de 2015
Leyenda Calle Matasiete
Calle Matasiete
Según
figura en la placa de la calle, el nombre de Matasiete se debe a una
leyenda leonesa del siglo XIV: “El
infante Don Juan Manuel conspira contra Alfonso XI. Gil de Villasinta
y Juan de Velasco traen un mensaje del rey para Don Gutierre. Esperan
la noche en la taberna del tío Joroba, donde se reúnen los
partidarios del infante. Hay una pelea con varios muertos, entre
ellos Juan de Velasco.”
La
leyenda ampliada cuenta que allá por el año 1330 dos caballeros
llegaron a León trayendo un mensaje secreto del Rey Alfonso XI para
Don Gutierre, y después de toda una jornada de camino decidieron
parar a cenar en una taberna que había en la Cal de Escuderos.
Allí fueron atendidos por la hija del mesonero, que ante los requiebros que le lanzó uno de los caballeros se retiró de forma precipitada tropezando con una cazuela que cayó al suelo.
Los parroquianos que se encontraban allí, con el alboroto, creyeron que los caballeros habían pretendido abusar de la joven, por lo que se originó en la taberna una discusión que comenzó con intercambio de insultos y acabó en la calle con las espadas en la mano.
Allí fueron atendidos por la hija del mesonero, que ante los requiebros que le lanzó uno de los caballeros se retiró de forma precipitada tropezando con una cazuela que cayó al suelo.
Los parroquianos que se encontraban allí, con el alboroto, creyeron que los caballeros habían pretendido abusar de la joven, por lo que se originó en la taberna una discusión que comenzó con intercambio de insultos y acabó en la calle con las espadas en la mano.
En
ese momento llegaron los alguaciles a la taberna, por lo que huyeron
todos menos los forasteros.
Como el Alguacil Mayor pretendió detenerles, se inició una nueva pelea entre unos y otros. La situación se puso fea y los dos caballeros huyeron metiéndose por la calle objeto de la leyenda, parándose allí a decidir quien se quedaba haciendo frente a los alguaciles y quien le llevaba el mensaje del rey a Don Gutierre.
Pero como se entretuvieron con esta decisión, cuando quisieron darse cuenta venían ya los alguaciles por las dos entradas de la calle, comenzándose de nuevo la pelea, resultado de la que uno de los caballeros cayó al momento. Pero el otro siguió peleando y consiguió matar a siete de los alguaciles escapando después y entregando por fin el mensaje a su destinatario.
Como el Alguacil Mayor pretendió detenerles, se inició una nueva pelea entre unos y otros. La situación se puso fea y los dos caballeros huyeron metiéndose por la calle objeto de la leyenda, parándose allí a decidir quien se quedaba haciendo frente a los alguaciles y quien le llevaba el mensaje del rey a Don Gutierre.
Pero como se entretuvieron con esta decisión, cuando quisieron darse cuenta venían ya los alguaciles por las dos entradas de la calle, comenzándose de nuevo la pelea, resultado de la que uno de los caballeros cayó al momento. Pero el otro siguió peleando y consiguió matar a siete de los alguaciles escapando después y entregando por fin el mensaje a su destinatario.
Otras
versiones menos creíbles de la leyenda nos cuentan que el nombre se
debe a los siete muertos habidos como consecuencia de la competencia
de las familias Castro y Lara por los amores de Doña Leonor de
Guzmán (favorita de Alfonso XI con el que tuvo 10 hijos).
Al
día de hoy esta calle suele ser tranquila según a qué hora se pase
por ella y lo único que queda que pueda recordar algo a aquellas
épocas de capa y espada es una hornacina vacía y desangelada, que
algún día alojó al Cristo de Matasiete al calor de una lamparilla
de aceite. (He oído que huyó de la hornacina harto de dejadeces y
abandonos, y cuentan que en las noches de luna llena se le puede ver
en compañía del tío Joroba y de los siete finiquitados tomándose
unos vinos por la zona y recordando viejos tiempos ...)
http://elleoncurioso.blogspot.com.es/2008/11/calle-matasiete.html
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